miércoles, 9 de septiembre de 2009

Kamikaze.


Vámonos!
¿A dónde, loca?
Lejos, muy lejos.
¿Por qué?.
Porque me apetece.
¿Por qué ahora?.
Me cansé de esperar.
Piénsalo bien. Te doy un minuto.
Ya lo pensé.
¿Y?
Me quedo, como siempre.
Ves, si en el fondo eres buena chica.



Putos miedos,había que quemarlos todos y uno a uno. Dadme un mechero por favor, que mientras me enciendo un cigarrillo quizá, con un poco de suerte, queme unos cuantos.


Es a lo que me voy a dedicar, de momento.
Es a lo que voy a poner todo mi empeño.
Es lo que quiero hacer.
Sí sí sí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Allá hace unos 18 meses un jueves -como hoy- yo también me acordé de mis putos miedos.

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Me enamoro en los días de lluvia. Me encanta ver el correteo de las gotas de lluvia por el cristal de mi ventanal. Su discreto juego de amor sin los prejuicios del que dirán. Constriñéndose todas ellas contra la fenestra por la brisa del buen día. Me dominan sus gemidos del querer más. La alegría del repiqueteo de tambores al llegar el momento. Y el granizado final apedreando las puertas de los cientos de corazones solitarios que vagan por los arrabales de mi ciudad. Me siento arropado por esta fotografía como la matrona que abriga al recién nacido. A pesar del frío.
Estos días más que ninguno avivan mi alma.

Hace siete días que fue jueves. Hoy también es jueves pero no llueve. Apoyo mi frente en la ventana y observo el asfalto, está pinteado de motas más oscuras que su tono grisáceo habitual. Debió haber lloviznado mientras dormía. Me asusto y retrocedo. Entre la ciudad y mi mirar se ha estampado un inesperado cuadro; sobre el lienzo de cristal se perfilan trazos de vaho surrealistas. Sigo mirándoles, impávido. Son los miedos que calientan mi boca. Se van alejando sin decir adiós. Cierro los ojos y cuento hasta diez. Uno, dos, tres,…

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Voy por el 46.656.769 y no desaparece el vaho de mi ventana...

Fdo. Anónimo.

Álex dijo...

Puede que el quemarlos no sea la solución. Y si lo es, contamina.
Seguro que tenemos algo mejor para acabar con ellos.
Tenemos que largarnos, ya lo sé, lo decimos mucho y no lo hacemos nada, pero lo haremos, como todo.

Y si no encontramos una solución para los miedos, quizás, adentrándonos en cuentos de sueños infinitos y marionetas invisibles podamos, aunque sea por un par de minutos, olvidarlos.

Segunda entrega publicada, cariño!

Álex dijo...

bueno qué
mucho nos gusta tener cosas escritas guardadas en el cajón de la libreta que nunca está, pero tú no escribes nada, no?

uhhhh